miércoles




Siempre quise viajar al centro. De chico me cansaba de meter mi mano en la arena hasta llegar al agua; me iba lejos del mar para poder cavar más hondo. Me fascinaba la idea de poder llegar desde ahí y perderme en vaya a saberse que misterioso y maravilloso mundo. Todos querían ir a china, todos reían de pensar encontrarse un chinito al otro lado del pozo. Yo no. China es un lugar, se encuentra en el mapa y ya sabemos lo que hay ahí, vimos las fotos, lo conquistamos en el TEG. Yo quería ir al misterioso centro el cual desconocía absolutamente pero presumía, con mis tan solo ocho años, que sería fantástico.
Julio Verne me hizo saber que no era el único que quería lo mismo. La increíble descripción y las aventuras encontradas en su viaje me hizo llegar de a ratos a ese tan maravilloso lugar al que siempre quise ir. Como si sus palabras se volvían semillas que crecían y florecían en los tan intensos sueños de mi temprana adolescencia.
Luego llego la ciencia y su estupidez. Carente de lo bueno de la vida me enseño que el centro de la tierra era tan solo una masa de materia que contenía algunos cuantos elementos en estado de fundición a altísimas temperaturas. Claramente imposible que así sea, toda mi experiencia anterior me decía que el centro del mundo era algo fantástico y mágico, totalmente lleno de aventuras.
¿Qué es el centro? Esta pregunta me retumbaba en la cabeza tratando de encontrarle un sentido. Podría decirse que es el lugar equidistante de todos los límites de un cuerpo físico. Entonces el centro sería un lugar. ¿Y el centro de atención? Ese generalmente nunca queda equidistante. En una cena quedaría en la cabecera por ejemplo. Pero además ese centro se monta sobre una persona, sería algo así como un centro móvil. Podría pensar entonces que el centro no es exactamente un lugar, sino lo más importante Quizás fuera el lugar más importante. El centro es el lugar más importante (… lleno de magia y fantasía…)
Algunas personas creen que su centro queda en la cabeza (y también creen que el centro del mundo es una bola caliente y bla bla bla…) otras en el corazón. Yo creo que hasta en la punta de los pies. ¿El mundo donde cree que tiene su centro? Seguramente en la esquina del meridiano de Greenwich y el ecuador para el que piensa en la geografía o quizás en algún país imperialista para el que piensa en la política, pero eso es claro que no puede ser porque ninguno de estos lugares es un lugar lleno de fantasía, además para eso cavaríamos arena hasta la china que seguramente es más divertido.
¿Qué es el mundo? Quizás con esta pregunta podría esquivar definitivamente la absurda y opaca pretensión de conocimiento de la ciencia moderna y su dictamen definitivo de la bola caliente. Entonces encuentro que el mundo es el planeta tierra, quizás más finamente hablando es el cumulo de todos los lugares del planeta donde hay civilización (o gente al fin y al cabo). Pero entonces el océano no es el mundo. Y nadie en el mundo diría eso, ni lo permitiría. Mucho menos aquellos que, andando en su mundo, quieren mostrarles a otros un mundo mejor.
Los niños, que también andan en su mundo,  suelen tener una amplia capacidad para atravesar de un mundo a otro sin siquiera conmoverse; y al mismo tiempo, conmoverse por el movimiento de una oruga o por haber encontrado una simple hormiga.
Cada persona es un mundo. Así que podríamos decir que existen alrededor de 6.unoscuantosceros de mundos y no hay nada más. El mundo somos nosotros los que lo habitamos, todo lo demás son cosas más o menos necesarias, más o menos importantes, pero sin lugar a dudas secundarias. Salir a descubrir el mundo es pararse en la esquina a charlar con el vecino, es mantener un dialogo con algún extraño en la calle, es sentarse a la mesa familiar y enfrentarse a esa diversidad de gente con la que vivimos y que nos tocó en suerte.
Entonces me fui de viaje al centro de la tierra tratando de, como un niño, saltar de un lugar a otro con facilidad, pero sin perder la capacidad de asombro.



Es domingo a la noche y el cielo no da garantías, me acuesto pensando en que si llueve me quedo.
Al despertar el lunes me recibe un cielo de densas y oscuras nubes. Doy vueltas y dudo, no quiero retrasar más mi partida. Mientras tanto mami me hace el desayuno.


El viaje es largo; seguro que me agarran lluvias, viento en contra, que se me pinche una rueda.




Siempre hay contratiempos, desafíos, obstáculo; es parte de la vida. Es parte de esta forma de viajar, una de las fundamentales incluso. Salgo y rezo. Rezo confiado de que sucederá lo que me conviene, aunque sea algo que no quiero.



No llovió y tuve viento a favor, la Lucila- Villa gesell en un tirón.

Caí de sorpresa al balneario, al llegar lo veo a juan cruz jugando a la paleta, me acerco (tenia puesto el gorro y los anteojos) y le pregunto si puedo jugar. Juancho no me reconoce, entonces me saco la gorra y los anteojos ante lo cual grita mi nombre. ¿Sos bañero tío? Pregunta sorprendido.
La bici apoyada más cerca del mar (¡lo que me costó llevarla por la playa!) se había caído, así que vuelvo a juntarla. Para cuando llego a ella escucho el grito de Feli y Santi que vienen corriendo a saludarme cortando el miedo con el que había llegado hasta ahí.

Santi me quiere ayudar con la bici. Al ver lo difícil de moverla me cuestiona, y al igual que juan cruz el día que salía en bici para Mendoza me dice: ¿porque viniste en bici? ¿Porque no viniste en auto?

A la noche me quede a dormir en lo de las francesas…
…y si la única condición para familia fuera el hecho de vivir juntos, probablemente las francesas serian mi familia…
Salí lento; con alegría pero con el letargo que produce la mañana, la inercia y el ir de contramano; que en este caso era contramano de mi generación que volvía totalmente enfiestada y delirándola.

Desde mar chiquita el camino es costero, se ve todo el mar mientras pedaleo. El mar a un lado es uno de los mejores compañeros; el mar en el final es uno de los mejores horizontes; amanecer y atardecer en el mar de los mejores paisajes. Del mar vinimos hace muchísimos años; quizás son ansias de volver.

En la mañana todas las mujeres de la familia conmigo. La misma cara, las mismas formas, el mismo amor. Siempre para servir, con delicadeza, con ganas. La cultura de boca en boca siempre sigue y se vuelve eterna cuando es buena y hay quien la conserve.

Era característico, autos de alta gama, cuatro por cuatro, etc., miraban con mala cara mi presencia en la ruta, tocaban bocina, hacían luces, etc. Los paisanos en las casas, los laburantes, los autos viejos me saludaban al pasar, gritaban palabras de aliento, festejaban mi presencia.
No todo son pools de siembra en la Argentina, no todo es soja; no hay tanto de esa imagen fantasiosa del oligarca patrón de estancia. En el sur de Buenos se hace girasol, trigo, maíz, se hace vaca, se hace Patria. Por comodidad, por costumbre, por herencia; cosas que se hacen tradición y se perpetúan en el tiempo. La mayoría ama su suelo y se siente parte, al punto de defenderlo con uñas y dientes.


Siempre hay un Roberto de Artois. En cualquier parte, en todo tiempo. El modelo del hombre grandote, fuerte, bruto en sus formas y terco en sus pretensiones, con las ganas y la picardía de un niño, con el corazón abierto para recibirte.





No todo es conocido en el camino al centro y por eso hay sorpresa. Ignorar es parte del aprender y aprender se vuelve saber lo mucho que se ignora. El descubrimiento trae la luz del conocimiento y el horizonte de miles de nuevos descubrimientos que están por venir.
La hermana de la abuela es mi tía abuela o no es nadie. La sangre puede unir o separar y eso es una elección. La familia toca en suerte y es cuestión de uno reafirmar ese contrato implícito que firmamos al nacer.



…e ir para adelante no significa avanzar. Si uno escoge el camino equivocado la forma de avanzar es retroceder a tomar el correcto...

Estumiti era un gigante. Me acuerdo de chico ir a Laprida y verlo a él como un héroe, un tipo re groso. La subjetividad de los ojos muchas veces se  equivoca. Hoy viendo a estumiti como un par lo encuentro aún más grande.


Al elegir una cosa des-elegimos un millón de otras cosas. Me acuerdo de Héctor Alterio diciendo “el hombre arriesga su propia vida cada vez que elige y eso lo hace libre”. Esa libertad nos permite realizarnos. El hombre libre no necesita de cosas, pues es efectivamente libre como para salir a buscar las cosas necesarias cada vez. La libertad no es absoluta ni lo será porque no puede serlo, solo hay libertad en los límites. Si todo es extensión, si no hay delimitaciones, no hay nada entre que elegir, nada para arriesgar nuestra vida, nada porque jugárnosla.


 Otra tía abuela. Una González, y bien González. Directa, interesante, divertida, mañosa y extrovertida. Con esa particular predisposición de las mujeres de la familia para recibir y atender con la calidez de una madre (o tal vez de una tía).

 Uno de los miles de descubrimientos que estaban en el horizonte. Nelson, un Barbieri escritor (entre otras cosas), el primero que conozco. Un viejo increíble que me fascino con su forma de ser, tanto que me quede en su casa. A través de él y Beatriz conocí también a las primas Barbieri, absolutamente desconocidas para todos mis hermanos.
La dimensión de lo sagrado en Argentina es enorme En todas partes manifestaciones de una relación intensa y profunda con nuestra Fe. No es que vayamos a misa todos los domingos o que hablemos con el cura, sino que nuestros corazones ponen las esperanzas en Cristo.


 No es posible ocupar todos los espacios. A veces no se puede hacer las cosas de un tirón. Dividir en etapas es una forma de adaptarse a las posibilidades, a los tiempos. Cronos, Ayón y Kayros, las tres dimensiones de esta estructura mental que a veces nos condiciona por demás.

 …y es mentira que todo suma, que todo aporta; hay cosas que restan y lo hacen en demasía. No todas las puertas son oportunidades, no siempre hay detrás de ellas cosas valiosas. Es absurdo pretender probar todas las posibilidades para saber lo bueno; hay puertas que no debemos cruzar.

Venia pedaleando y simplemente me canse. Similar a Forest Gump decidi que ya era momento de volver, que el viaje habia concluido. En menos de dos horas estaba arriba del tren volviendo a casa.

Todo tiene un principio y un final según como nosotros queramos recortar la realidad. La Historia de mi mundo comenzó acá. Estas son (o serán) las ruinas del origen de mi civilización, acá está el origen del centro de la tierra.